Maserati y a Maximilian Günther triunfan en el Tokio ePrix

Todas las miradas puestas este fin de semana en el estreno de Tokio como ciudad que acogía un nueve Prix de la Fórmula E y si bien, gran parte de la noticia se produjo en la semana previa con la confirmación de que Nissan será el primer fabricante confirmado para la Gen4, así como el anuncio de que Yamaha y Lola Cars unirán sus fuerzas ya de cara a la próxima campaña, lo cierto es que las dudas acerca de lo que serían capaces estos Gen3 en un trazado tan ratonero como el nipón estaban por todo lo alto.
Especialmente las expectativas fueron creciendo con la disputa de la clasificación, donde Oliver Rowland hizo las delicias de la afición local y de la marca que representa, Nissan, consiguiendo la Pole Position y reafirmando que el británico, hincha del Burnley, tiene también en su piel esa filosofía de matagigantes cuando menos te lo esperas.
Y lo cierto es que el británico controló gran parte de la carrera esta pasada noche, comandando un pelotón que durante los primeros compases siempre rodó en fila de a uno, sin prácticamente opciones de adelantar y yendo a un ritmo muy lejano al de la vuelta rápida y al de la clasificación.
Rowland quería tener el grupo lo más comprimido posible, hacer gestión de energía y en el momento que pudiera, atacar para poder activar el attack mode. Sin duda un plan arriesgado, ya que, si no conseguías hacer la brecha suficiente, ibas a ser superado por tus más inmediatos perseguidores.
Así que no fue de extrañar que el final no fuera todo lo bello que podría haber sido para la firma nipona. Después de liderar prácticamente 25 vueltas de las 35 a las que finalmente se disputó la carrera (se amplió en dos giros por la aparición del Coche de Seguridad), Maximilian Günther se aprovechó de una pequeña brecha en la encomiable labor de Rowland para poner al Maserati en primera posición y no abandonarla hasta llegar a ver la bandera a cuadros.
Todo ello a pesar de tres grandes oportunidades de rebases por parte de Oliver en los dos últimos giros que a punto estuvieron e dejarnos un final como el que pudimos ver hace unas semanas en Sao Paulo.
Carrera con un final muy emocionante que no tuvo seguramente el desarrollo que todos hubieran deseado en pos del espectáculo.
Circuito muy estrecho, con muchos baches e incluso una bajada en la que los monoplazas despegaban. Todo ellos ingredientes que no permitieron que muchos pilotos decidieran arriesgar a la hora de tratar de superar al monoplaza que les precedía.
En esta situación, prácticamente nadie quiso activar el Attack Mode en el inicio, lo que llevó a cierto inmovilismo en prácticamente todas las luchas y adelantaba una segunda mitad de carrera mucho más ajetreada en la que las defensas fueran incluso más duras si cabe debido a la cercanía de los muros.
Así fue. La parte final del ePrix de Tokio fue un sinfín de fibra regando el asfalto, sonidos de chirrido de neumático, alerones rotos y estruendos de impactos entre monoplazas y contra las protecciones. Un buen ejemplo de ello lo tuvimos cuando Antonio Félix da Costa trató de adelantar a Rowland en la curva 15 para meterse segundo en la clasificación y seguir la estela de un Günther que por momentos parecía que se podría escapar.
El portugués se vio encerrado por Oliver, algo que le llevó también a perder posición con Jake Dennis, el cual aprovechó el río revuelto para meterse en el podio.
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El circuito muy estrecho, con muchos baches e incluso una bajada en la que los monoplazas despegaban.